Entrando a Capital desde el oeste, vaya paradoja, nos adentramos en un viaje de ida.
Entrando por el oeste, nos descubrimos al borde de un tajo, el-más-largo-del-mundo, que corta a la mitad el territorio cuya primer frontera es el viejo fuerte de la Plaza Miserere, frente a la cual se escribió la prehistoria del rock vernáculo, y que entierra sus raíces recorriendo estaciones pobladas de músicas varias, de agites y obreros que si viviera votarían por Perón, de naves de fibra y Viejos Matias.
Entrando por el oeste, nos adentramos en el cosmopolitismo "realmente existente" de la ciudad puerto, que mal que les pese a los nostálgicos tangueros, no es un cosmopolitismo de lo occidental y lo europeo, de franceses y polacos. No. Nuestro cosmopolitismo hoy es un cosmopolitismo periférico, tercermundista, de judío y boliviano, de turco y de peruano, de ucraniano y senegalés. Y es hermoso así, de esa manera menos pretenciosa.
Entrar por el oeste, es entrar a un "aleph" desangelado en el que se mezclan la biblia y el calefón de ese capitalismo informal en el que se transformo el capitalismo de las mayorías, sin facturas ni marcas verdaderas, casi de subasta, con legalidades dudosas y sin servicios a su nombre.
Entrar por el oeste, por último, es entrar en ese pequeño territorio en el que se produjeron las mayores tragedias de nuestras ultimas décadas, donde viven los fantasmas que nos despertaron de diversas siestas como colectivo social, y que aun claman justicia.
Hay un viejo tango que se llama "El Once". Por eso, para bautizar esta baladita rockera que salió de una, caminando por estas calles, tuvimos que elegir un nombre que puede llegar a sonar más timbero, y que, de paso, homenajea de manera indirecta a alguno de mis antepasados.
NEGRO EL ONCE
Al centro
de este centro
crisol
de periferia
atiborrado
de mantas y manteros
de sueños de llegar
de dioses desterrados
en su altar
segunda mano
La puerta
del oeste
a todos los agites
que soñamos
hoy cueste lo que cueste
tu estación se abrirá
a los desesperados
de esperar
desamparados
Estamos atrapados
en este laberinto
al borde de este abismo
donde todo sucede
Miramos
este aleph
este espejismo
Vagamos
estas calles
donde todo es lo mismo
La cuna
de los héroes
que en el baño de un bar
te dieron vida
Canción incandescente
su voz alumbrará
por siempre una salida
en lo fugaz
de la semilla
La tumba
de fantasmas
de todas las tragedias
que lloramos
Revancha de las almas
que un día llegara
mas tarde o mas temprano
como luz
en nuestras manos
Estamos atrapados
en este laberinto
al borde de este abismo
donde todo se mueve
Miramos
este aleph
este espejismo
Vagamos
estas calles
donde nada es lo mismo
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