lunes, 6 de septiembre de 2010

En el día de la fecha

Cuarenta años ha, la historia dobló de mala manera en una esquina del conurbano. Hablar de lo que hubiera sido de no haber sido lo que fue, sería imposible y hasta casi irrespetuoso. Lo contrafáctico no es dimensión a tener en cuenta cuando nos referimos a aquellos que centraron su práctica en el hacer, en el hacer por otros. Entonces, de lo único que se puede hablar es de lo que efectivamente fue.
Y lo que efectivamente fue, es que el 7 de septiembre de 1970, en una pizzeria de William Morris, dejaron la vida dos compañeros que se convirtieron en bandera de cientos de miles en los años que siguieron y que aún hoy, a cuarenta años, siguen siendo un punto de referencia para muchos de nosotros, militantes nacionales y populares.
Porque más allá de las distancias temporales y de los cambios en la práctica política, los fines últimos de nuestra acción cotidiana siguen siendo aquellos por los que lucharon y murieron estos y otros tantos compañeros: la liberación nacional y social.
Y hoy, cuando vemos gratamente como una generación nueva de compañeros se incorpora a la política y a la militancia transformadora a la luz del presente proceso político, es nuestra obligación repasar la historia (con sus debes y sus haberes) para consolidar la construcción de una mística que, anclada en ese pasado que nos define como sujetos en el presente, se proyecte hacia ese futuro que anhelamos y que, de una vez por todas, estamos construyendo.
En el día del montonero, entonces, levantemos nuestra copa en homenaje a Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina, mártires de la causa nacional y popular.

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